Recuerdo el día como si hubiera
sido ayer... vaya que sí...
Era un día como todos, yo salí al
parque a caminar como hacía todos los días,
pero ese día fue diferente.
pero ese día fue diferente.
Una vuelta, dos vueltas, tres
vueltas di alrededor del parque cuando la vi, había demasiadas mujeres bonitas
en ese parque, pero ella resaltaba entre las demás.
Delgada, tez blanca, cabello
oscuro, ceja poblada... fue lo que noté al instante en que la vi sentada en
aquella banca, quedé maravillado debo admitirlo.
«Tengo que hablar con ella,
necesito hablar con ella» pensé, me armé de valor y me acerqué a ella...
—Hola... le dije hola, «Hola», me respondió con una sonrisa en su rostro, ya no supe qué
decir, su belleza me había dejado sin palabras.
—Déjame decirte que yo no suelo
hacer esto, hablarle a una desconocida en un parque, pero... eres lo demasiado
hermosa como para darme el lujo de desaprovechar la
oportunidad de conocerte. Mi nombre es Emmanuel.
Un placer.
Un placer.
Noté cómo sus mejillas se
tornaban rojizas mientras sonreía ligeramente.
«Eres muy lindo», me contestó, «mi nombre es Mariana», añadió.
«Eres muy lindo», me contestó, «mi nombre es Mariana», añadió.
Mariana... Mariana... Mariana...
repetía su nombre en mi mente mientras sonreía.
Después de varias ocasiones de
vernos y hablar, Mariana y yo nos convertimos en grandes amigos, hacíamos casi
todo juntos, salíamos a caminar al parque, salíamos a comer, íbamos al cine,
hablábamos horas y horas hasta que alguno de los dos se quedará dormido.
Y un día, pasó lo que era
inevitable, me enamoré profundamente de ella...

Y por supuesto yo tenía que
decirle lo que sentía, no podía quedarme callado, ella tenía que saberlo y yo
tenía que decírselo, y así lo hice...
—Oye, tengo que decirte algo muy
importante... somos amigos desde hace mucho tiempo y nos conocemos desde
todavía muchísimo más tiempo, hemos pasado demasiado tiempo
juntos, demasiados momentos felices y tristes, he estado ahí cuando más me
necesitabas y has estado ahí cuando más te necesitaba, demasiadas historias
que hemos vivido, y debido a eso tengo que decirte algo... estoy enamorado de
ti, estoy enamorado de tu sonrisa, de tu mirada, de la manera en que caminas, de
la forma en que me hablas, de tu risa, de tu llanto, de tu rostro y de tu piel,
perdona si te digo lo que siento pero tenía que decírtelo y callarlo no me
serviría de nada. Yo no esperaba enamorarme de ti, pero me enamoré, y cuando lo
supe, no quería enamorarme de ti, no quería contártelo por miedo a que
nuestra amistad se arruinara y no quisieras volver a saber nada de mí, pero
también sabía que jamás podría encontrar a alguien como tú y que no podía perder la
oportunidad de enamorarme de alguien tan maravillosa como tú, por eso vengo hoy
y me atrevo a decirte todo esto que siento por ti. No puedo dejar de
pensar en ti, en realidad no dejo de pensar en ti, y en las noches cuando me
voy a dormir, sueño contigo, me gusta soñar contigo porque es ahí, en mis sueños,
donde nos veo siendo felices juntos.
«No sé qué decirte»,
contestó ella. —Me has dejado sin palabras. Es hermoso lo que me dices, y debo
admitirte que yo en ocasiones también pienso de esa manera sobre nosotros,
eres un chico increíble, me haces reír justo cuando más lo necesito, siempre
sabes qué decir en el momento indicado, me has ayudado y has estado ahí
conmigo en los momentos en los que me he sentido terriblemente sola. Y también
me he dado cuenta de que...estoy enamorada de ti y...
—«Shh, ya no digas
nada», le dije mientras ponía mi dedo entre sus labios.
Ya hemos dicho suficiente.
La tomé de la cintura, la acerqué
a mí, la abracé fuerte y la besé, la besé como si no existiera nadie en este
universo, nadie más que ella y yo...
El tiempo pasó, ella y yo ya
llevábamos bastante tiempo siendo novios, y después de unos meses fue cuando
los problemas llegaron a nuestra relación; celos, inseguridad,
desconfianza... todo lo que destruyen las relaciones amorosas nos estaba
destruyendo.
Le decía que era imposible tener
una relación sin peleas, pero que podríamos hacer que la relación valiera la
pelea. La notaba distante, era demasiado
fría conmigo, ya no contestaba mis te amo, ya no me abrazaba, ya no me besaba,
ya no era feliz...
Me lastimaba demasiado el hecho
de que ella no era feliz conmigo, me lastimaba su rechazo a mis caricias y
palabras de amor...
Un día, salí pronto del trabajo y
se me ocurrió que podría sorprenderla como en los viejos tiempos y así poder
verla feliz de nuevo, compré su película favorita, fui al restaurante que tanto le
gustaba y logré convencer al dueño de que me preparara su platillo favorito
para llevar y que así pudiéramos pasar un momento romántico como solíamos tenerlos
cuando recién éramos novios.
Caminaba rumbo a su casa con una
sola cosa en mente, hacerla feliz.
Y cuando iba llegando a su casa,
la vi feliz... con otro tipo, él se acercó a ella, la besó, y ella sonreía como
sonreía cuando me besaba...
Dejé caer la comida y la película
al suelo.
La vi con otro y jamás creí que
tantas lágrimas cupieran en tan pequeños ojos.
Terminamos.

Estallé en llanto. Me paré y seguí caminando mientras las lágrimas seguían cayendo.
Ella tenía todo lo que no encontraba en nadie más, ella fue la que me hipnotizó y la que no olvidaré jamás.
¿Habrá alguien que me haga
olvidarla?
Porque los días pasan y en vez de
borrarla, voy encontrando más motivos para amarla.
Y es que ya no es ella lo que me
lastima... ahora es su recuerdo.