sábado, 30 de noviembre de 2013

Muerto por un momento

Estaba a punto de someterme a una cirugía de alto riesgo, las probabilidades de muerte eran elevadas. Entré al quirófano, sabiendo que entraría a un lugar en el cual no sabía si iba a regresar. Me pusieron anestesia general, todo mi cuerpo iba a estar dormido, me conectaron a la nariz las cánulas nasales, para que así yo inhalara la anestesia y poco a poco mi cuerpo se durmiera. Entraron al quirófano 2 doctores junto con 4 enfermeras, una de las enfermeras comenzó a preguntarme cosas sobre mí, mientras los demás se preparaban para trabajar; «¿de qué te van a operar?», preguntó una de ellas, «me van a extirpar un tumor en la región occipital del cráneo» contesté yo, después de varias preguntas, la enfermera guardó silencio y yo me puse a pensar en mi familia, amigos, y todos mis seres queridos, también pensé y me di cuenta de que no me arrepentía de haber hecho o de no haber hecho algo en mi vida, y de pronto, ya no pensaba nada, estaba anestesiado, completamente dormido.
Después de eso comencé a soñar, y cuando comienzas a soñar es porque es cuestión de sólo unos momentos de sueño para luego despertarte, y en mi sueño me di cuenta de esto, y después de un momento recordé que estaba en una cirugía y pensé; «tal vez ya salí de la cirugía y la anestesia está a punto de terminarse», justo ahí fue cuando decidí abrir los ojos, y cuando los abrí, una manta estaba cubriendo todo mi cuerpo y lo único que veía era esa manta color azul verdosa sobre todo mi cuerpo, no sabía dónde estaba, no sabía si aún estaba en el quirófano y fue en ese momento cuando pensé: «demonios, cuando una persona muere la cubren de pies a cabeza con una manta para ocultar su cadáver», y me asusté, tal vez estoy muerto...
Y así como la gente suele decir, miré toda mi vida en 1 segundo, una película rápida de todo lo que he vivido, cada momento, cada historia, cada alegría, cada tristeza, cada risa, cada llanto, miré todo lo que había vivido y una lágrima rodó sobre mi mejilla, yo estaba muerto. Pensé en mi padre y en todo lo que había hecho para convertirme en el hombre que fui hasta ese momento, pensé en mi madre y en todo lo que había hecho para convertirme en el humano que fui hasta ese momento, pensé en mi hermana, en mi hermano, y en todo lo que había vivido y pasado con ellos para convertirme en la persona que fui hasta en ese momento. Esperaban demasiadas cosas de mí y yo les fallé, yo estaba muerto. Pensé también que esto sería como en las películas, que experimentaría un viaje astral, que mi alma saldría de mi cuerpo, y miraría mi cuerpo cubierto con una manta, alrededor de mí los doctores y enfermeras manchados de sangre, sudor y lágrimas, recostados en el suelo, desechos por fallarle a mi familia, a mí, a ellos mismos. Que saldría del quirófano e iría hasta donde están mis padres y mis hermanos, sólo para escuchar a una enfermera darles la noticia de que su hijo, el más pequeño, había fallecido en la cirugía, y miraría a mis padres y mis hermanos estallar en llanto, mi madre gritando desesperada por su bebé, mi padre, con ese carácter fuerte que lo caracterizaba, siendo destrozado emocionalmente por la noticia de que su hijo había muerto, quebrando toda esa pantalla de macho alfa, y mostrando a un diminuto hombre taciturno y devastado, pero aún así tratando de consolar a mi madre, a mis hermanos que tirados en el suelo, llenos de coraje, golpeando el suelo y maldiciendo a la muerte por haberse llevado a su hermano pequeño, aquél con el que vivieron tantas peleas, tantos abrazos, tantas bromas, tantas historias compartidas... trataba de decirles que dejaran de llorar, que no estaba muerto, que me miraran, que yo estaba ahí, pero era inútil, yo ya no estaba ahí.
No soportaría ver a las personas que más amaba en este mundo de esa manera, así que me marcharía de ese lugar...
Pero de repente, escuché las voces de los doctores y de las enfermeras, escuché algunas risas, en ese momento yo seguía con los ojos abiertos, escuché a uno de los doctores felicitar a su compañero por la cirugía que resultó exitosa, escuché un abrazo, luego más, las enfermeras y los doctores se abrazaban entre sí, otra cirugía exitosa. Después uno de los doctores gritó; «¡CAMILLERO!», un joven llegó y movió la camilla donde yo estaba acostado, sentí como si millones de toneladas fueran retiradas de mi cuerpo, me sentí completamente relajado, aliviado, estaba vivo... cerré los ojos y de nuevo caí completamente dormido. Todo esto pasó en tan sólo unos segundos.
Desperté y estaba en una habitación, una enfermera se acercó y me dijo; «hey, por fin despertaste, ahorita en unos momentos tu familia podrá verte», la enfermera se alejó, yo comencé a llorar de alegría, después de secarme las lágrimas mi familia llegó. No estaba muerto, estaba más vivo que nunca...
¿cierto?